martes, 12 de junio de 2012

De cuando el tema de la escalada se empezó a ponerse serio.


Lucía tendría unos 2 años cuando un día íbamos en bicicleta por el parque del cauce del río Turia. Cuando de repente Lucía, que estaba sentada en la sillita de detrás de su madre, se puso a gritar como una loca que quería ir a un parque para niños  que vió junto a las pistas de atletismo. Allí había un típico mini rocódromo infantil en forma triangular. Ya no le interesaba otra cosa mas que subir, bajar, subir, bajar, subir y bajar.





Cuando tenía 36 meses cuando una mañana de visita a un familiar en el parque de bomberos de Alicante, Lucía se quedó prendada de aquella pared altísima pintada de color azul, donde estaban pegadas aquellas  grandes "piedras" de colores como las del parque de Valencia pero a lo bestia. Fue su primer contacto con un rocódromo y como una gracia, se nos ocurrió dejar que se subiera a las primeras presas, con el tiempo justo para sujetarla cuando ya se nos escapaba de las manos en las alturas.