Lucía tendría unos 2 años cuando un día íbamos en bicicleta por el parque del cauce
del río Turia. Cuando de repente Lucía, que estaba sentada en la sillita de detrás de su
madre, se puso a gritar como una loca que quería ir a un parque para niños que vió junto a las pistas de atletismo. Allí había un típico mini rocódromo infantil en
forma triangular. Ya no
le interesaba otra cosa mas que subir, bajar, subir, bajar, subir y bajar.
Cuando tenía 36 meses cuando una mañana de
visita a un familiar en el parque de bomberos de Alicante, Lucía se quedó
prendada de aquella pared altísima pintada de color azul, donde estaban pegadas aquellas grandes
"piedras" de colores como las del parque de Valencia pero a lo bestia. Fue su primer contacto con un rocódromo y como
una gracia, se nos ocurrió dejar que se subiera a las primeras presas, con el
tiempo justo para sujetarla cuando ya se nos escapaba de las manos en las
alturas.